Han pasado los días de resaca tras el regreso de Atenas. Días extraños para mí, y sospecho que también para Blanca y los ocho magníficos. Sin tiempo para asimilar la experiencias vividas y tasar su impacto en nosotros, volvemos a la urgencia de nuestras obligaciones, de nuestra vida y del curso, que nos pilla cuesta abajo, rodando a velocidad de vértigo hacia la meta de junio.
Vamos y venimos de nuestro corazón a nuestros asuntos, como decía el poeta Miguel Hernández en su elegía por la pérdida de su amigo Ramón Sijé, tratando de dar nombre al sentimiento de extrañeza que le embargaba, como si entre él y el mundo se hubiera abierto un inesperado agujero, que cambiara el paisaje familiar hasta entonces habitado y le obligase a mirar de otra manera, a aprender a mirar con  ojos nuevos.
Pienso yo que así nos sentimos los  humanos después de que la vida nos regala o nos sacude con una experiencia turbadora, radical, de las que nos "conmueven" y agitan  nuestro equilibrio de deseos y rechazos, de dudas y de certezas. Reajuste entre lo conocido y lo nuevo, entre lo familiar y lo distinto.

     Son para mí muchas las nuevas enseñanzas que he añadido a mi mapa mental y emocional. Entre ellas, quiero destacar la de una nueva mirada hacia los ocho adolescentes que nos han acompañado.

Todos sabemos que en nuestros roles  diversos de alumnos o profesores, las relaciones están por necesidad ceñidas a unas normas que nos permiten movernos en ese mínimo común básico de respeto y distancia sin confundir complicidades y gustos personales con exigencias y deberes. Pero en actividades como las salidas extraescolares o los viajes de fin de etapa es posible abrir espacios para una convivencia menos formal. Nuestra experiencia en Atenas, con todos nosotros desubicados y a la expectativa de los acontecimientos (por más que estuvieran previstos y planificados),  me ha regalado una visión más completa y real de vosotros. Ya estamos de nuevo en clase y regresamos a nuestros roles,  ya me tengo que enfadar o comerme los nudillos cada vez que me salís por los cerros de Úbeda cuando pregunto por lo recién explicado y me respondéis como si os hubiera hablado en farsi o en tagalo. Pero de los regalos que me llevo, quizá el más grato y vitamínico es vuestra disposición para el trabajo y para realizar todo aquello que se os ha demandado, sin apenas una queja y como un verdadero grupo. Mi enhorabuena por vuestra capacidad de adaptación en el Victoria, por ese buen humor o solicitud con que habéis afrontado las diferentes tareas que iban surgiendo, por esa buena química que habéis mostrado con personas desconocidas, por vuestra empatía; y cómo no, por lo bien que habéis funcionado como grupo, tan distintos y hasta contrarios -he comprobado que os unen muchas cosas y que os respetáis más de lo que pueda parecer, pese a las disputas y humores diferentes-. Y mi gratitud a cada uno de vosotros y a Blanca por estar junto a mí y compartir conmigo unos días tan intensos donde hemos puesto  tanto de nosotros. Llegará junio, quién sabe con qué sorpresas buenas y malas, pero, al menos para mí, vuestra compañía en Atenas es para enmarcar.

   Antonio, intuyo cómo das cuenta silenciosa de todo cuánto pasa por tu mirada y lo asimilas sin que casi nada se te escape, y he comprobado que pisas firme y no defraudas.
   Cristina, cerebro inquieto y vigilante, sigue interrogando a la compleja realidad sin dejar de hacer lo que crees que es necesario.
   Paula, si a tu fuerza, tu alegría y tú humanidad imparables les das un objetivo duradero y creativo, no habrá quien te detenga.
   Daniel, usa tu gran corazón y tu innata facilidad para lanzarte al abordaje de los otros,  para seguir abriendo los ojos y derribando fronteras mentales. Y pon tu terquedad al servicio de retos que te hagan crecer.
   Miguel, aparte de comprobar tus destrezas tecnológicas y tu saber estar siempre, ahora sé que puedes ofrecer mucho más de ti a los demás si crees en ti mismo.
   Gema, gracias por tu buen humor, tus ganas de comerte el mundo y tu espontaneidad, cuánto se necesita la risa y la sinceridad en medio de tanto cinismo.
   Cristian, dos semanas más y nos hacemos primos para contárnoslo todo. Te he visto sonreír como nunca, siempre sereno y siempre dispuesto. Apuesto por ti, porque cuenten contigo cuando haya que mostrar lo que se vale.
   Jesús, eres y has sido el pegamento del grupo, el puente de todas sus corrientes. Asombras a todos, despistas, diviertes. Si todos hablan bien de ti, será por algo. Despliega bien tus alas, ponle fecha a todos tus sueños porque eres espléndido.

     Termino. Ha sido una experiencia intensa desde muchos ángulos. Espero que sea un trampolín para que demos mayor impulso a nuestra confianza en el poder de la acción y en el del grupo para multiplicar las fuerzas y habilidades distintas. Ahora que habéis conocido de primera mano el  drama de tanta gente, es más difícil ignorarlo. Vuestra responsabilidad  es mayor. Cómo vais a continuar comprometidos con esta causa no lo sé, hay muchas maneras de hacerlo. Lo que sí tengo claro es que ayudarlos es ayudarnos nosotros también, porque estamos contribuyendo a que el mundo funcione un poco mejor. Tened la certeza de que hemos de ser protagonistas de  los cambios que deseamos en el mundo para  hacerlo más habitable, sin esperar a que otros lo hagan por nosotros. No lo harán: el futuro, o lo conquistamos nosotros o nos lo darán otros según sus gustos. Siempre es tiempo de empezar y remar a favor de esos valores que tan alegremente muchos reclaman para el sistema educativo, pero en los que en el fondo no creen. Y nosotros sí: construir un presente y un futuro favoreciendo la convivencia de gentes y de culturas, de opciones y preferencias distintas; defender la libertad que siempre está amenazada; luchar por una mayor justicia social; acabar con el machismo, el racismo y el odio al diferente; proteger lo conquistado; inquirir, interrogarse, dudar, apostar por los hombres de carne y hueso y no por las abstracciones e ideologías sin alma. En fin, el territorio del corazón y la cabeza, del combate y de las dudas, de la libertad,  que nos exige responsabilidades pero nos permite vivir como mujeres y hombres despiertos.

¡Hasta el próximo encuentro, Brigada Malaka!

Miguel

Comentarios

  1. Sin palabras. Qué hermosas las tuyas, a la altura, sin duda, de lo vivido. En mis clases hay Antonio's, Cristina, Gemma, Jesúses, Paulas, Danielle's, Migueles y Cristians con esos corazones, pero con la venda aun puesta. Ojalá algún día, un ser tan sensible y valiente como tú se la retire de sus ojos.
    Gracias por este viaje compartido. Un placer.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Que buenas tus palabras Miguel... ojalá volver a repetir esta gran experiencia que sin duda ninguno de nosotros olvidaremos! Hasta pronto Brigada Malaka!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario